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sábado, 2 de noviembre de 2013

EL BAUTISMO DE JESÚS


Jesús fue bautizado por Juan Bautista en el río Jordán. Durante el bautismo se vio bajar sobre Él el Espíritu Santo y se oyó la voz del padre que dijo: "Este es mi hijo amado en quien tengo mis complacencias" Mt 3, 13-17


El Evangelio nos cuenta como continúa el diálogo: -Jesús le contestó: -Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere?.- Y ya Juan no puede resistirse y lo bautiza. Y cumple Jesús toda justicia. Él, siendo inocente, asume los pecados de los hombres haciéndose Él mismo pecador. Esta decisión libre, de amor hasta el extremo, le costará la vida entregada en la cruz. Jesús no tenía pecado, pero solamente Él era capaz de hacernos merecedores del perdón de los pecados.

El agua simboliza la limpieza del alma. Jesús la santificó al sumergirse en ella, sumergiendo así todos los pecados de los hombres.

Al salir Jesús de las aguas se manifiesta abiertamente la Santísima Trinidad: La voz es la del Padre, eterno Amante, el que engendra al Hijo en un acto de amor eterno, dándole toda su vida. El Hijo es el Amado, igual al Padre según su divinidad y consustancial con el Padre, los dos son uno en unión de amor. El Padre le dio toda su vida, y el Hijo ama al Padre con ese amor obediente. El Padre se complace en ese hombre que le ama con amor total y ama a su vez a los hombres en el Hijo.

La paloma simboliza el Espíritu Santo. Jesús es ungido por el Espíritu. Es así el Cristo, el nuevo rey del reino del Padre.

Al reflexionar sobre el bautismo de Jesús, comprendemos mejor que aquel Niño que contemplábamos en Belén y que fue presentado ante los pueblos por medio de una estrella, ha de ejercer una misión en nombre de Dios. Y que sobre Él reposa toda la confianza del Padre y toda la fuerza del Espíritu Santo. Más aún, si en Navidad contemplábamos al Verbo Encarnado, ahora se manifiesta todo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios se implica en la historia humana. La historia de Jesús se transforma ahora en la historia del Dios-con-nosotros y del nosotros-con-Dios.



El Espíritu

La paloma simboliza el Espíritu. Anunció la nueva tierra y la paz de Dios a los hombres después del diluvio, que habían sido castigados por sus pecados. Anuncia el amor a los que quieren vivir de amor. Anuncia junto a Jesús la nueva Alianza, en que, de nuevo, el Espíritu de Dios volará sobre las aguas del mundo. Limpiará los corazones con el fuego de su amor, purificará las intenciones, llenará de Dios a todos los que crean y esperen, inflamará de amor a los amantes que desean el amor total, tan lejano al amor propio.

Jesús es ungido por el Espíritu. Jesús es así el Cristo, el nuevo rey del reino del Padre. Antes los reyes eran ungidos con aceite, y la gracia de Dios les daba fuerzas. Ahora el Espíritu mismo invade a Jesús. Podrá actuar con plena libertad en su alma dócil, le impulsará, le encenderá en fuego divino. Por eso "Jesús lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán, y fue conducido por el Espíritu al desierto". Comienza su vida de Ungido por el Espíritu que le lleva a lo más alejado del paraíso, al desierto, donde se mortifica, reza y sufre la tentación de Satanás.
 

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