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jueves, 14 de noviembre de 2013

Jesús expulsa a los demonios

 El endemoniado de Gerasa
 Mc 5, 1-20


En el endemoniado de Gerasa se presenta el demonio como Legión, pero lo cierto es que, estas formas de legiones siguen atormentando la vida del hombre. Pero especialmente el mal se atormenta cuando aparece Cristo, el Señor y el Salvador, no lo soporta, el mal nunca soporta a Dios, el mal nunca soporta la presencia de Cristo, que es la bondad suprema, que es el hijo de Dios, que se hizo hombre para nuestra salvación, y ésta es la gran confianza que nosotros los hombres tenemos, y ésta es la capacidad que nosotros tenemos que tener de poner en aquel que nos fortalece la confianza cuando experimentamos que el mal parece como que se adueña de nuestra vida. Cristo siempre vence el mal, Cristo lo venció y lo vence y por eso el mal y el demonio tienen terror de Cristo.
Una de las aclamaciones cuando hacemos la adoración eucarística, cuando hacemos esa hermosa advocación, bendito sea el nombre de Jesús, unas de las últimas dice: bendito sea su nombre, terror de los demonios, porque cuando nosotros pronunciamos el nombre de Jesús, el mal no resiste, no puede resistir, con la presencia de aquel que es el sumo bien, aquel que es la bondad absoluta; y éste mal que tiene tantos nombres, ésta legión que tiene tantos nombres, que nos sigue acosando, que sigue tentando, que sigue como queriéndonos arrastrar, se siente derrotado por la presencia de Cristo, qué buena ésta palabra que nos clarifica esto, al ver de lejos a Jesús, esta legión le gritó: ¡qué quieres de mí Jesús, hijo del altísimo, no me atormentes.
Cuando Cristo llega a nuestra vida, el mal se atormenta; pero claro, muchas veces pasa que a veces nosotros somos los que demoramos la presencia de Cristo, ya sea a nivel personal, ya sea a nivel social, porque sabemos que esta presencia de Cristo lo va a vencer, y a veces, es como que a nosotros nos gusta seguir codeándonos con el mal. Sabemos que este orgullo que se está enquistando, esta vanidad, esta soberbia, este rencor, esta envidia, este celo, no puede estar en mí, que Cristo lo vence, pero a veces yo me complazco que esto quede en mí, y entonces perdura en mí, el que Cristo no esté tan cerca para que lo derrote, sino que, sigo mirando este mal, aunque no me guste, lo sigo haciendo y viviendo, San Pablo tiene una frase muy concreta: “ Yo sigo haciendo el mal que no quiero, pero dejo de hacer el bien que sé que tengo que hacer ”, ese es el gran tironeo interior, que sabemos que Cristo derrota, que cuando llega Cristo a nuestra vida es como que se abren las ventanas y entra ese aire fresco que desplaza toda la humedad y todo ese clima viciado que puede existir, pero a veces nos conforma tanto quedarnos en ese aire viciado, que hasta por ahí nos cuesta decirle a que Cristo entre con todo en nuestra vida, seguimos allí codeándonos con la legión porque en el fondo también nos complace quedarnos ahí, y socialmente también pasa esto, aquellos que vieron el espectáculo sorprendente en la fe de aquel demonio que se apoderó de la piara, claro, la sociedad perdió dos mil cerdos, perdió económicamente, y le fueron a decir a Jesús que siguiera de largo, que no molestara, que ellos habían tenido una pérdida económica, una pérdida que les iba a redituar socialmente una desazón por el trabajo que hacía, entonces prefirieron decirle a Jesús que no entrara en la ciudad, que siguiera. Cuantas veces las legiones que atormentan a nuestra sociedad, la legión del juego, del vicio, del alcohol, de la droga, de la prostitución, de la injusticia, son verdaderas estructuras va a decirnos el documento de Puebla cuando habla de esto, que son estructuras de pecado en medio de nuestra sociedad, y cuando uno tiene que echar mano de eso para que Cristo sea el que instaure la verdadera justicia en medio de nuestra vida social, cuanta veces la sociedad le sigue diciendo al Señor que siga de largo, que no moleste tanto en nuestra sociedad, que nos daría pena que se cierre una casa de juego, que nos daría pena que se respete la ley que permite no vender alcohol a los jóvenes, nos daría pena tener que instalar una ley que defienda a nuestros niños para que no caigan en la prostitución y se lo use como sexo de placer de viaje de turismo, daría pena que tengamos que cerrar nuestras casas de placer, de diversión, donde la droga y el alcohol son las nuevas legiones que se desplazan a mansalva y gratuitamente. La sociedad le sigue diciendo a veces al Señor que siga, porque su presencia hace que el mal retroceda y tanto nosotros en forma personal como en forma social a veces preferimos seguir codeándonos con el mal. Vamos a pensar en esto, la música nos va a ayudar a esta reflexión para pensar cada uno en nuestra vida personal y también en todo aquello que nos rodea, como a veces vivimos con el mal y como a veces nos cuesta dejar que Cristo entre, que la música sea esta reflexión que nos ayude a ser oración la palabra de Dios.
Qué bueno es haber escuchado y haber hecho oración lo que nos decía esta canción, pedirle a Jesús que venga para que de sentido a este corazón que en El, sino está en El no encuentra reposo.
Así como nosotros descubrimos que a veces estamos poseídos por tantas formas de esta legión, sabemos también y lo afirmamos con toda nuestra fe que Jesús vence, que Él es más fuerte que legión y se me ocurre una pregunta por si alguno quiere llamar para dejar su mensaje, su experiencia, su testimonio, se me ocurre ser a la luz de la palabra de Dios hacer una pregunta, que nos podemos hacer y responder a nosotros mismos, si alguno después quiere compartirlo con mucho gusto, nos hace mucho bien.
Pero hoy tener la valentía de preguntarnos ¿de que necesitas tu liberación? Y preguntarnos ¿estoy dispuesto a dejarme liberar? O por ahí en mí se da esa situación de que lo reconozco a Cristo, pero me resulta cómodo seguir a la legión, con aquel mal que cada vez es más raíz en mí. ¿Estoy decidido a ser libre de verdad? O me gusta me complazco en seguir medio esclavo del mal y del demonio. ¿Cómo lo estoy viviendo a esto en mi vida?
Acuérdate ¿De qué necesitas tu liberación? ¿Estoy dispuesto a dejarme liberar? ¿Estoy decidido a ser libre de verdad? O por ahí me siento cómodo en donde estoy.

(Fuente: Catequesis de Radio María)




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